Queridos cantantes, actores, locutores y demás profesionales que viven de su garganta… ¡Tenemos que hablar! No, no sobre si «La Llorona» es un mito o un hit en las bodas, sino de un villano más silencioso y peligroso: el calor.
Ese sol implacable, ese aire acondicionado que parece un desierto polar, y ni hablar de ese escenario que se siente como un horno. Todos ellos tienen un plan maestro para sabotear tu voz y, en el peor de los casos, convertir tu «Ave María» en un graznido de cuervo.
El principal problema es la deshidratación. Para que lo entiendas, tus cuerdas vocales son como dos mini-trampolines recubiertos de una gelatina mágica que les permite vibrar sin rozarse, creando sonidos celestiales. ¿Qué hace el calor? Se bebe esa gelatina. Sin esa capa protectora, tus cuerdas vocales se frotan entre sí como si fueran dos rocas. El resultado no es precisamente musical, a menos que tu género sea «canto de gárgola en el medievo».
El calor es como ese amigo que te invita a la playa y te roba la cartera mientras duermes. Te da la falsa sensación de bienestar, pero en realidad te está deshidratando y dejando sin lo más valioso: ¡tu voz!
El manual del superhéroe vocal contra el calor
Para que el calor no te robe tu talento y te haga sonar como si estuvieras masticando grava, aquí te dejo unos consejos:
- ¡Bebe y bebe y vuelve a beber! No me refiero a esa cerveza helada que te grita «¡cómprame!» en el chiringuito. La cafeína y el alcohol son como espías dobles: te dan un trago de placer, pero por debajo de la mesa le están enviando un mensaje a tu cuerpo para que se deshaga de todos tus líquidos.
- Humidificador, tu nuevo mejor amigo. Si trabajas en un ambiente con aire acondicionado que parece haber sido diseñado por un pingüino, un humidificador es tu escudo. Mantener la humedad en el aire es como rociar tus cuerdas vocales con agua de manantial sin tener que meter la cabeza en un balde.
- ¡Descansa la voz! Después de una maratón de locución, no te vayas de fiesta a gritar. Dale a tu voz el mismo descanso que le darías a tus piernas después de un maratón de verdad. Imagina que cada palabra es un paso, ¿y cada grito? Un sprint de 100 metros. ¿Quieres terminar la carrera o colapsar en la meta?
Así que, ya lo sabes. La próxima vez que sientas el calor, no pienses solo en tu bronceado o en si se te derrite el helado. Piensa en tus cuerdas vocales, que son mucho más frágiles y valiosas. Después de todo, sin ellas, solo podrías comunicarte con tus amigos por WhatsApp (escrito)… ¡y eso sí que sería una tragedia!